Los rituales del nacimiento
Cuando nacen, los seres humanos se parecen poco al bonito bebé en el que se convertirán al cabo de tres meses. Desde siempre y en todas partes, los inicios de la vida han venido acompañados de tradiciones y de rituales que han marcado la entrada en la comunidad humana.
¿Son realmente fotogénicos los recién nacidos?
Cuando un bebé llega al mundo, está rojo, recubierto de líquido y de una capa grasa blanquecina (el vérnix caseosa). Sus extremidades son delgadas y se parece más a una ranita con cabeza de persona mayor que al precioso bebé en el que se convertirá en poco tiempo. Nosotras lo vemos en este estado muy poco tiempo porque en seguida se lo lleva el personal del hospital, que nos lo devolverá limpio, con su pijamita y su lindo gorrito.
Es algo universal el no conservar al bebé en el estado y aspecto en el que nace. En Filipinas, las mujeres bisayan untan a los recién nacidos con aceite de coco y luego les espolvorean talco por encima; los tewa de Nuevo México los bañan y luego les espolvorean harina de maíz; los caraja (Brasil) los pintan con un tinte rojo; los yiwi del norte de Australia los untan con carbón de leña; los hotentotes (África Austral) los frotan con una boñiga fresca de vaca y posteriormente con zumo de higos, y luego los untan con grasa de cordero y les espolvorean talco por encima. Todos estos cuidados y gestos protectores están encaminados a transformar el cuerpo del bebé. Como la mayoría de sociedades considera que los bebés son seres inacabados y especialmente maleables, se intenta, de alguna forma, perfeccionar la humanidad del recién nacido. Se les considera un "baba tand", expresión criolla de la isla de la Reunión que designa el estado de inacabado del recién nacido.
Existen todo tipo de manipulaciones encaminadas a fortificar su cuerpo, por ejemplo, el cráneo y las articulaciones se masajean con ímpetu, en ocasiones con la ayuda de una cocción de plantas o con manteca de karité, hasta la edad de tres años como mínimo. Se busca dar al cuerpo y a la cara (mediante los masajes en las sienes, las mejillas y la nariz) la belleza y flexibilidad características de los cánones estéticos de las diferentes culturas. Estas prácticas son comunes en Costa de Marfil, Burkina Faso, Senegal, isla de la Reunión, etc. Sin embargo, estos gestos tienen un significado más amplio, ya que arraigan al bebé al mundo real, estabilizan su identidad humana y le impiden volver al lugar del que viene. De hecho, al niño que acaba de nacer se le considera un ser frágil, en la frontera entre dos mundos, susceptible de ser llevado por un poder funesto, como si no estuviera del todo entre nosotros. A menudo, se le considera un tránsfuga del mundo de los ancestros, como si el útero fuese la representación del universo subterráneo de los difuntos. Además, se intenta remarcar la separación del cuerpo maternal. En la isla de la Reunión, al recién nacido se le hace beber una infusión para que se desprenda del meconio, que constituye el último residuo de la vida uterina.
¿Un nacimiento en dos tiempos?
La entrada de un niño en una sociedad suele tener lugar con posterioridad a su fecha de nacimiento. De hecho, en la mayoría de culturas, la identidad humana del bebé se reconoce a partir de un rito en el que se le da un nombre y se le dota de un alma.
Hoy en día, a esta personita, ciertamente inacabada, que es nuestro hijo le damos un nombre en seguida, le admiramos, le fotografiamos, etc. Los regalos por el nacimiento se llevan directamente a la clínica.
Antiguamente, la celebración tenía lugar el día del bautismo, hecho que marcaba la verdadera entrada del niño en la comunidad. Se evitaba pronunciar su nombre antes de ese día, de la misma forma que, tradicionalmente, en el judaísmo el niño recibe su nombre en el momento de la circuncisión, al octavo día. En la cultura islámica, el bautismo conmemora con alegría la llegada del bebé cuando éste cumple siete días de vida. La costumbre es sacrificar un carnero, una ofrenda simbólica a Dios para que deje al niño existir. Hay otro ritual consistente en rasurar y pesar en ese día el cabello del bebé. A continuación, los invitados regalan el peso del cabello en oro o plata.
Los rituales de nacimiento pueden tener lugar inmediatamente o a las pocas semanas o meses. En México, los indios mixtecos cuentan que cuando el niño nace, en primer lugar son los pájaros y las hormigas quienes lo festejan durante una semana. Los humanos tienen que esperar un tiempo para anunciar públicamente el nacimiento por precaución, debido a los peligros que amenazan la frágil existencia del bebé. En Bolivia, el niño hace su entrada oficial en el mundo al cabo de unos meses, con una fiesta que reúne a toda la familia. Hasta esa fecha, se le recluye en el interior con su madre, se le mantiene enfajado y sin poder bañarse. Cuando llega el momento, recibe el bautismo y se le inscribe en el registro civil. Esa fiesta es la ceremonia del primer corte de cabello, en la que cada invitado le corta al bebé un mechón de cabello, que está atado con cintas de colores, y, a cambio, le da una cantidad de dinero. Tanto aquí como en el Islam, es la comunidad la que redime la existencia del niño. A partir de ese momento, el bebé y su madre pueden salir de casa y empezar a vivir con normalidad.
Las mamás y los bebés vienen al mundo de forma progresiva.
Hoy en día, los médicos especializados en neonatalidad y maternología hablan del nacimiento psíquico del bebé, posterior a su nacimiento físico, y que tiene lugar gracias a su relación con la madre. Los bebés a quienes se les priva de relaciones afectivas en las primeras etapas de su existencia presentan problema psíquicos y fisiológicos importantes: no se desarrollan y no acaban de llegar al mundo porque éste no les ha acogido.
En el contexto moderno, que no está marcado por una sociedad que adopta etapas simbólicas, cada mamá debe inventar su propio ritmo, aclimatarse a su bebé y, posteriormente, hacer frente sin referencias culturales (aparte de la vuelta al trabajo) a la finalización progresiva del estado de fusión con su niño. Y esto no suele ser fácil. En ocasiones, hay que renunciar a ciertas cosas cuando se vuelve a la normalidad unos meses después del nacimiento del bebé. Por ejemplo, tiene lugar la primera separación, se termina la baja por maternidad y el niño empieza a ir a la guardería o a estar con la niñera. Todo esto causa ansiedad, lo cual es muy normal y, en ocasiones, remordimientos sobre cosas que cambiarías si volvieras atrás. Sin embargo, tampoco es fácil para las que se quedan en casa debido a la fatiga y al sentimiento de dependencia que pueden sentir a veces. Cada persona tiene su propio ritmo y hay que recorrer muchas etapas antes de que el bebé haga su verdadera entrada en el mundo al que pertenece.
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