Regurgitación en el lactante
La regurgitación suele ocurrir en lactantes durante los primeros 3 meses de vida. En la mayoría de los casos se llega a corregir fácilmente a medida que el niño crece.
Sin embargo, si el peso del niño se ve afectado, así como su crecimiento, podríamos estar ante un caso de enfermedad por reflujo gastroesofágico.
¿Cómo distinguir entre regurgitación y reflujo?
En el primer caso, el rechazo indoloro de la leche después de una toma se traduce en una subida del contenido gástrico hacia el esófago, sin consecuencias para el crecimiento del bebé. Las causas pueden ser que el bebé ha comido demasiado y evacúa lo que le sobra o que su aparato digestivo es inmaduro.
Si tu pequeño vomita la leche a chorro, en cualquier momento del día o de la noche, se trata de un reflujo gastroesofágico ligado a una inflamación de la mucosa, a la acidez del estómago o a una posible alergia a las proteínas de la leche de vaca. El resultado es que el bebé siente dolor y los padres no saben qué hacer. Consulta rápidamente a tu médico o pediatra.
¿Qué hacer en la práctica?
Si el bebé regurgita a menudo te aconsejamos lo siguiente:
- En cuanto a la alimentación, consulta con el pediatra, él te guiará con técnicas adecuadas.
- En cuanto al bienestar del bebé, existen ciertas precauciones que le permitirán sentirse mejor. Puedes acostarle con la cabeza ligeramente levantada (poniéndole una toalla plegada bajo el colchón, por ejemplo).
- El pañal puede estar comprimiendo su abdomen, por lo que debes tener cuidado de que éste no quede tan tallado que le provoque dicha regurgitación.
- El consumo de probióticos como L.reuteri (también llamado L.comfortis) presente en la leche materna ha demostrado efectos positivos en el tratamiento del reflujo. Consulta a tu pediatra al respecto.
Recuerda siempre mantener contacto y consultar con un profesional de la salud debidamente capacitado para que te ayude en este hermoso proceso de ver crecer a tu hijo (a).
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