El arte de ser padrastro
Los padrastros están a la orden del día, lo cual no deja de ser normal, ya que cada vez son más numerosos. La posición que debe de adoptar el padrastro o la madrastra con los niños pequeños no está muy clara, ni psicológicamente ni socialmente.
Los cuentos andan repletos de madrastras
Los padrastros o madrastras no son una invención reciente: antaño, cuando la mortalidad al dar a luz era elevada o la gente simplemente moría más joven, el número de viudos y viudas era muy alto y, por lo tanto, había muchas segundas nupcias. El tema es un clásico de los cuentos tradicionales: piensa en las siniestras hermanas de Cenicienta, malas y celosas como su madre, la madrastra de nuestra joven protagonista. Las connotaciones del término madrastra han cambiado con el tiempo y ahora son mucho más positivas.
Y es que antes las madrastras se ensañaban con los hijos del primer matrimonio, sobre todo si eran niñas: Cenicienta y Blancanieves son los ejemplos más claros. Encontramos un sinfín de aspectos que pueden afectar a los padrastros o madrastras: miedo a que el hijo del primer matrimonio sea preferido a los hijos propios, por lo que se le mantiene al margen y se le persigue, como en el caso de la Cenicienta; rivalidad femenina ("Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino?") y deseo de deshacerse de una hijastra más guapa, como le ocurre a Blancanieves...
En estas historias, el "nuevo" papá o mamá es el malo. Vemos en ambos casos que el padrastro o la madrastra se ha sentido amenazada, como si el hijo de su pareja pudiera ser un rival. Por ejemplo, te has enamorado de alguien que resulta que mantiene una relación intensa y exclusiva con un niño pequeño que le recuerda constantemente su pasado. ¿Cómo encontrar tu sitio? Los cuentos llevan los sentimientos hostiles al extremo (tú no tienes intención de vestir a tu hijastra con trapos, ni de impedir que vaya al baile, ni de colocarle una manzana envenenada), pero son interesantes porque muestran la ambivalencia que encontramos en el fondo de las relaciones entre adultos y niños en la reconstitución de la familia.
Reconstitución difícil
Hoy en día, los padrastros o madrastras no aparecen porque sus parejas sean viudas, sino más bien por un divorcio o separación: el niño debe vivir una relación simultánea con su madre y su madrastra (o con su padre y su padrastro). A menudo tiene miedo de "traicionar" a su verdadero padre si se lleva bien con el que acaba de sustituirle en su vida cotidiana: sus sentimientos pueden fluctuar, parecer contradictorios, incluso si son bebés.
Cuando se trata de soportar las "crisis" de nuestros pequeños, hacemos acopio de una gran paciencia; pero cuando se trata de un niño que no es nuestro, tememos no llegar a tanto. Sin embargo, acabamos llegando, con gran esfuerzo y días difíciles, pero sin olvidar algo muy importante: este pequeño, por mucho que incordie, es ante todo un ser indefenso que necesita ser tranquilizado y al que puedes aportarle muchas cosas. Sin embargo, la actitud de los padres biológicos separados es fundamental: si mantienen un conflicto abierto, la posición del padrastro es muy delicada.
Todo esto puede ser incluso más complicado: las familias reconstituidas pueden tener hijos de diferentes uniones. La ley llama "hermanastros" y "hermanastras" a estos jóvenes miembros de una alegre familia que a menudo se amplía aún más con el nacimiento de un medio hermano o media hermana. Y es que, con el entusiasmo, suele querer sellarse la nueva unión con un nuevo bebé. Qué felicidad, sí, pero los nuevos padres, con media docena de jóvenes inmaduros y de psicología compleja a su cargo, deben saber que su relación de pareja vivirá momentos de gran sacrificio en sus inicios. Paciencia y buena voluntad son necesarias para que la nueva unidad familiar se desarrolle en armonía.
Padrastros y madrastras
Las familias se componen y descomponen, un niño criado desde bien pequeño por un padrastro al que quiere, se ve de un día para otro completamente privado de su presencia (y de la presencia de otros niños que se habían convertido prácticamente en sus hermanos). Hay que velar por el mantenimiento de las relaciones construidas por el niño, ya que, esto resulta fundamental para su desarrollo psíquico y su equilibrio. Los detractores de esta idea afirman que no se puede recortar la autoridad paterna en función de los cambios de su vida amorosa. No se puede debilitar más el papel del padre, ya que, en un 75% de los casos de separación, los niños se quedan con la madre. Si el padrastro adquiere más responsabilidad en la educación de los niños, ¿qué será del padre?
La rivalidad entre padres y padrastros es dura. ¿Es posible imaginarlos como "colaboradores" que se complementan en la educación de un niño? ¿Cómo proteger las relaciones del niño con todas las personas que pueden desempeñar un importante papel paterno en su vida sin que esto debilite la posición de uno de sus padres biológicos? Estos son algunos de los desafíos que debe asumir una sociedad cuyos esquemas de paternidad tradicionales están en pleno desarrollo. Y tales son los desafíos que deben asumir las madrastras que, lejos de parecerse a las malvadas de los cuentos de Cenicienta y Blancanieves, intentan llevarse lo mejor posible poco a poco con unos niños sin invadir las facultades de su madre y mostrarse como una "buena madre" a los ojos de su nueva pareja. Así pues, cuando la situación te parezca muy complicada, piensa que estás inventando un nuevo modelo de familia, un prototipo para las generaciones futuras.
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